Para esta ocasión flanqueaban el altar las imágenes de la Virgen del Carmen y del Cristo de la Buena Muerte. El padre José Valero, impulsor decidido de esta celebración, hizo referencia en su homilía a la gran familia que forman las cofradías radicadas en el Carmelo, junto con el propio convento y los Padres Carmelitas. Este fue el sentido de esta celebración, el acercamiento y conocimiento del propio grupo de cristianos que se organizan alrededor de la Orden.
Una vez finalizada la celebración litúrgica, se regaló a los presentes las tradicionales tortas de Candelaria benditas, realizadas por las monjas Carmelitas de nuestra ciudad. Más tarde los asistentes que lo quisieron se desplazaron a la Casa de Hermandad de la Cofradía del Cristo de la Buena Muerte para compartir un rato de hermandad alrededor de las tortas de Candelaria, unos ochíos y una cerveza.