13 marzo 2008

Carta Pastoral a las Cofradías para la Semana Santa 2008.

INTIMAR DESDE EL SILENCIO Y REZAR
Semana Santa 2008

Me ilusiona unirme a tantos cofrades y hermanos que, con sus capellanes, viven con tanta intensidad y profundidad la Semana Santa en la geografía diocesana de Jaén.

Además de una CARTA PASTORAL para la Cuaresma, os proporciono también unas breves REFLEXIONES para vuestros programas y convivencias.



1. La mirada de Cristo
El Evangelista San Juan termina con esta evocación del profeta Zacarías: «Mirarán al que atravesaron» (Zac 12. 10; Jn 19, 37).

A Cristo en su Pasión lo han mirado largamente los santos, lo han mirado los escultores, músicos, poetas… lo han mirado millones de creyentes. Pero antes les ha mirado Él. ¡Qué tendría la mirada de Cristo a Pedro en su Pasión que se retiró a llorar amargamente sus negaciones!

Él sigue mirando y se encuentra con la mirada de los niños sorprendidos ante sus imágenes. También mira y cruza su mirada con la de tantos nazarenos que en sus caras tapadas y en silencio acompañan sus imágenes cada Semana Santa.

2. Aguanta esa mirada, e interioriza
Hermano Cofrade que miras cada rasgo del cuerpo destrozado y luego glorioso de Cristo, que paseas la cruz desnuda, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores y de la Alegría, aguanta sus miradas.

Quien mira a Cristo descubre el verdadero rostro de Dios. Dijo Jesús un día: «Quien me ve a Mí está viendo a mi Padre». Ese rostro terriblemente desfigurado es el rostro del Dios misericordioso que ama a la humanidad entera. Es la estampa del amor divino hacia ti y hacia mí, que aceptó que pasara su Hijo por la cruz y la muerte para nuestra salvación.

Quien mira a Cristo descubre también al hombre. Desde la Encarnación del Verbo en el seno de María Santísima, cada hombre y mujer es ya imagen viva de Cristo. Son semblantes de su vida. Cristo se entregó por nosotros los hombres y por nuestra salvación, por eso quien mira a Cristo tiene que mirar también al hombre y a la mujer con ojos nuevos, como Él les mira: con amor y comprensión siempre. Esta es la mejor prueba de que la mirada de Cristo ha penetrado en nosotros, si amamos a los demás como Él nos ama.

3. Guarda silencio para pensar y rezar
Es una historia muy seria la de nuestra salvación. No nos la sabremos entera si no guardamos silencio, ni aunque lo guardemos, porque es un misterio insondable. Sus imágenes nos hablan de hondura, de serenidad, de amor. Es el grito del que sufre y es pisoteado, del que lleva sobre su cruz las enfermedades y limitaciones humanas. Es comprometedor guardar silencio e intimar ante tanto amor, pero la verdad nace del silencio y nos penetra. Desde el silencio se puede pensar. A veces, ni nos dejan, ni buscamos pensar. No hay tiempo para ello.

¿Qué nos dice Jesús en su pasión, atado, azotado, arrastrado, mofado, crucificado? ¿Qué nos dice el Apóstol Pedro negando a su Maestro y luego arrepentido? ¿Te hace pensar la corona de espinas, la Verónica, el Cireneo, el buen ladrón arrepentido y el no arrepentido? ¿Qué te dice la Virgen Dolorosa y de la Esperanza?
¿Qué rezas antes de desfilar y durante la procesión? Hemos matado al Hijo de Dios, decía el Centurión cuando volvió del Calvario. “Era el Hijo de Dios”. Triunfó el amor de Dios por el hombre y hubo un ganador: Tú y yo, el hombre.

4. ¿Mi intención?
Quiero animar a todos los hermanos Cofrades para que, durante la próxima Cuaresma, preparen su interior para vivir de forma nueva e irrepetible la Pascua cristiana de 2008.

Interiorizar y mirar con ojos de fe, guardar silencio para pensar y rezar, hacer el camino tortuoso del Calvario como protagonistas y no como meros espectadores. Es el camino del amor de Dios y del amor al hombre. Es el camino en que nace el hombre nuevo. Estos son los que de verdad siguen a Cristo y viven su Evangelio. Son los que toman en serio ese aupar, mirar y hasta llorar ante una imagen. Son los que celebráis de verdad la Semana Santa para recobrar la esperanza, los que viven y apuestan por una vida nueva, pascual.

Os bendice con todo afecto en el Señor,


Ramón del Hoyo López.
Obispo de Jaén